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Tras mi viaje a Buenos Aires en 2018, conté que fui al barrio de Palermo para visitar el Museo de la Memoria, en la antigua ESMA, la tristemente célebre Escuela de Mecánica de la Armada. En la recepción del amplio recinto se interesan con amabilidad ... por saber de qué país vienes, cuál es tu ocupación y qué te mueve a visitar el museo. Al decirles a qué me dedico se ofrecieron a contestar las preguntas que quisiera hacerles después del recorrido. Son conscientes de que aquel no es un museo cualquiera y del peso histórico del lugar. Aquella mañana de día de labor había pocos visitantes.
El desnudo sótano de las torturas está en el casino o residencia de oficiales. Hay una parte, frente a una puerta, que tiene una viga transversal baja. Conducían en esa dirección a los detenidos, encapuchados, y les dejaban que se estrellaran la cara contra la viga de cemento. Todo el sótano es un lugar presidido por el cemento y el eco del horror, que ha quedado allí perpetuado para la necesaria memoria de la barbarie. Justo encima del sótano vivía el almirante Massera con su familia, en un piso con maderas nobles; tenían que oír los gritos de abajo. Me congratuló un poco ante el horror coincidir con una clase de adolescentes de unos 15 años que miraban absortos, con un silencioso respeto, el duro vídeo que sirve de introducción explicativa al recorrido (a mí me dolió una fotografía grande de Borges dando la mano a Videla). Aunque ese día no era bueno porque acababa de ganar el ultraderechista Bolsonaro en Brasil, aquellos chicos y chicas me dieron algo de esperanza sobre la posibilidad futura de un mundo menos feroz. Cuatro años después, al menos el impresentable Bolsonaro ha perdido poder por un escaso margen de votos a favor de Lula, pero la extrema derecha avanza en Europa.
Videla, Massera y Agosti, el triunvirato de la Junta Militar, la serpiente de tres cabezas que entre 1976 y 1983 practicó en Argentina una brutal represión y el asesinato político; los responsables últimos de los 30.000 'desaparecidos'. La reciente película 'Argentina, 1985', de Santiago Mitre, recrea el juicio penal (no militar) que sentó en el banquillo a los principales acusados de crímenes de lesa humanidad. El fiscal Julio Strassera, interpretado por Ricardo Darín, consiguió llevar adelante, en medio de fuertes presiones, la petición de sentencia de cadena perpetua para Videla y Massera junto con otras penas menores y alguna absolución. A la película quizá le falta fuerza y ambición narrativa, pero sirve para recordar o descubrir aquella página negra de la Historia y la restitución de la justicia.
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