Vidas ejemplares

Un trabajo que recupera el olvido que nunca se borrará cuya fuerza testimonial consigue momentos de una emoción difícil de contener. A lo largo de poco más de 80 minutos se suceden una serie de voces narrativas, con su nombre y apellido, que dan cuenta de los recuerdos terribles y amargos que pasaron muchas féminas por su filiación política e ideológica.

Javier Larrauri coge un puñado de mujeres, ahora entrañables ancianas, las pone delante de la cámara, cine directo y minimalista, y graba, como si fuera a tumba abierta, sus terroríficas experiencias. Mujeres valerosas que apostando por los derechos y libertades en plena juventud vieron sus sueños cercenados con la llegada de los esbirros del franquismo.

Por las imágenes, acompañadas de algunas fotos fijas, transitan Felicidad García, Piedad Arribas, Concha Carretero, entre otras, relatando un camino de horror e incertidumbre en penales de mala muerte atestados de presas viendo con mucho temor su suerte mientras otras compañeras eran conducidas a las tapias de los cementerios para ser fusiladas.

En la pantalla suena el eco apagado pero firme, porque el recuerdo pervive, de su ejemplo de heroísmo, de auténtico patriotismo y, sobre todo, de dignidad humana. La película ejemplifica el honor, la gloria y el reconocimiento de unas mujeres castigadas, con distinta inquina, cuya memoria se engrandece en este caso para forjar un documento histórico hermoso y universal.