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Calle desierta de la localidad italiana de Codogno. EFE
La vida suspendida

La vida suspendida

A la última ·

Martes, 25 de febrero 2020, 00:14

Hace ya más de treinta años sufrí una enfermedad que me obligó a estar tres meses en la cama. Bajo la férrea guarda y custodia de mi madre, que sólo me dejaba levantarme para ir al baño, pasé un larguísimo y monótono otoño en camisón, ... rodeada de libros y cintas de casete. Me convertí en una dama decimonónica, yacente y lánguida, que sólo tomaba caldos depurativos, dormitaba por las mañanas y se pasaba las noches en vela, desorientada por no tener ninguna actividad que marcara el comienzo de la jornada, desesperada por no tener ninguna emoción que distinguiera los lunes de los sábados.

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