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Vivimos deprisa. Corremos olvidando lo que fuimos y lo que mañana seremos. Nos creemos adultos perpetuos sin recordar que un día fuimos recién nacidos. Organizamos la vida social para las personas autónomas, sin pensar en aquellas dependientes del cuidado de otro. Y así nos va, ... en más de un sentido. Los ejemplos son tan variados como queramos pensar, solo es cuestión de pararse y observar. Parar, un infinitivo antisistema en estos tiempos. Ejemplo de ello lo tenemos en nuestro día a día, sea como fuere nuestra cotidianeidad. La ciudad está diseñada para el adulto medio que, a su vez, es reflejo de la media ponderada resultante de lo que, supuestamente, queremos ser. Y como sociedad que piensa más en el bien propio y lejos de pretender ser comunidad, confundimos el bien común con el bien mayoritario de las personas adultas e independientes. ¿Quieren un ejemplo? Allá vamos.

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