Una vida elegante

Más miedo me da atragantarme con un hueso de pollo que con una araña. Liz Taylor estaba en un restaurante haciendo campaña para el Senado por su sexto marido, John Warner, y entró a la cocina para felicitar al cocinero. Este le ofreció un trozo de pollo frito y, al comérselo, un hueso se le atravesó en la garganta. Después de sobrevivir a tantas cosas, hubiera sido muy triste que una leyenda del calibre de la Taylor muriera de una forma tan absurda. Eso les pasa a las diosas por intentar acercarse a los mortales: si en lugar de pollo hubiera comido caviar no le habría sucedido nada. El único peligro que tiene el caviar es no poder pagarlo.

No recuerdo si en 'Call my agent' comen caviar, pero al champán sí que le pegan. La encantadora serie francesa nos permite mirar por el ojo de una cerradura las vidas de los actores y sus representantes, con el gancho añadido de que aparecen grandes figuras del cine francés interpretándose a sí mismas. En el segundo capítulo, la actriz Françoise Fabian se lamenta por la muerte de su agente, que acaba de fallecer en Brasil al atragantarse con una avispa. Mientras elige las flores para el entierro, dice Fabian: «Podemos tener una vida elegante y una muerte de mierda». Mejor eso que tener una vida de mierda y una muerte elegante. Si viviera como una estrella de cine me daría igual morir atragantada por un insecto, que sapos ya me trago todos los días.