Un verso cada vez más suelto
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El día de Todos los Santos, Raquel Romero acudió a La Barranca, el icónico cementerio civil de Lardero, acompañada con una corona de flores en honor a las víctimas allí enterradas. Era una corona singular: sus colores eran los colores de la bandera de la ... República, un gesto que el Gobierno regional juzga legítimo: «No contraviene la legalidad. En España no constituye ningún delito la mera exhibición de la bandera republicana o los colores que la simbolizan si no van acompañados de una conducta que constituya un crimen o delito, que ensalce la violencia o el odio». Por qué una delegación del Palacete eligió esa bandera y no la regulada por la Constitución pertenece al reino de los misterios insondables que distinguen a la consejera de Participación desde que tomó posesión. Otro ejemplo: el lunes, mientras su jefa (Concha Andreu) recibía a la embajadora de Israel, Romero se reunió con el autor del documental 'Gaza', que denuncia la ocupación israelí de Palestina. Una vela a cada dios.
Dos días después, el BOR puso orden: el relato del organigrama gubernamental contenido en el número del miércoles desvelaba que la cartera que ocupa la dirigente de Podemos exige para su feliz desarrollo el concurso de al menos cinco colaboradores, alguno de los cuales no sabe situar con precisión ni dónde está La Redonda. Resumen. Que Romero vuela por libre, pero menos: para ejercer de verso suelto, necesita el doble de tripulación que el resto de sus compañeros del Gobierno.
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