Verde que te quiero verde

La Rioja debería tener activado un radar permanentemente para detectar todos los movimientos que se producen sobre asuntos fundamentales para su identidad como autonomía. Lo ha hecho con la lengua, neutralizando las pretensiones de algún territorio con más ensoñaciones que argumentos sólidos, y también con el vino. Prueba de ello es el PERTE de Enorregión.

Sin embargo, a la Comunidad se le ha pasado por alto que los aragoneses habían convocado un 'casting' para elegir a los coprotagonistas de un proyecto de película: situarse entre las regiones de la UE líderes en la generación de un vector energético de futuro, absolutamente necesario para avanzar en la descarbonización.

Los riojanos se suelen preguntar qué funciones cumplen los asesores y entes públicos al servicio de la Comunidad. Una, se presupone, es prever escenarios de oportunidad (además de nuestros potenciales más tradicionales, los nuevas capacidades relacionadas con el envase y la digitalización) y de riesgo (caso del hidrógeno). No se les exigía una labor de espías: con que todos los días rastreasen las redes sociales o escribieran 'valle del Ebro' en los buscadores de internet, habrían identificado un proyecto verde que hubiera sido un hito para La Rioja. Sin embargo, nuestra región, ensimismada con romeros y cálculos tacticistas rebasado el ecuador de la legislatura, ha quedado excluida por incomparecencia.