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A mediados de los años 50, meseta áurea del technicolor en el cine y de la explosión cromática de la publicidad en revistas y vallas, o en la moda, una empresa de New Jersey comenzó a desarrollar muestrarios de color destinados a las empresas ... de cosméticos. La empresa se llamó, se llama, Pantone. La multiplicación, ya por entonces exponencial, de imágenes y objetos y de los envoltorios o pantallas que los contenían demandaba un catálogo, un código de color que ayudara a distinguir y, sobre todo, a caracterizar e identificar un producto o un rostro. En este sentido, la superficie de un rostro, en su extensión y accidentes, constituye el más delicado y sensible mapa identitario, y por ello Pantone editaba, de una forma gradual y ordenada, hábil para su aplicación, la paleta de referencias que las marcas de maquillaje ofrecían para fabricar la máscara, distintiva en cada caso.

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