El presumible solapamiento entre la segunda y una tercera ola epidémica, coincidiendo con el inicio de una vacunación que irá para largo pero también con la aparición de la variante británica de la covid, está generando desconcierto durante estos días festivos a la espera de ... ver qué ocurre con los contagios tras la relajación navideña. Tras los puentes de diciembre, los preparativos públicos y familiares para la celebración de los encuentros de Navidad, incluidas las disquisiciones privadas sobre cómo afrontarlas y el debate sobre qué debían hacer las administraciones para minimizar su impacto epidémico, han contribuido paradójicamente a velar la gravedad de la situación. Si durante la primera ola se desató una fuerte polémica sobre la mortalidad del coronavirus en España, las expectativas navideñas han ocultado que en nuestro país la segunda ola suma más fallecimientos que la anterior. La relativa contención de la presión hospitalaria, respecto a los peores momentos de la primera ola, parece haber sido suficiente para restar importancia al problema. El Gobierno central y los autonómicos vieron en la Navidad un momento en el que los ciudadanos no iban a mantener las medidas preventivas renunciando a tratar de celebrarla más o menos como hace un año. De ahí que acordasen modular las restricciones, encomendándose a una gestión posibilista del período navideño, mientras anunciaban el comienzo inminente de la campaña de vacunación. Postura con la que las administraciones concernidas han logrado conectar con el deseo mayoritario en la sociedad –disfrutar de las fiestas–, reproduciéndose el clima que se generó en verano, entre la primera ola y una segunda, cuya irrupción el Ministerio de Sanidad tardó semanas en admitir, como tardó en valorar la hipótesis de los aerosoles como vector de contagio. La segunda ola alcanzó diciembre con datos epidemiológicos tan preocupantes que ningún especialista independiente se mostró favorable a la apertura navideña. Datos que llevaron a países de nuestro entorno a incrementar las restricciones de cara a la Navidad. Ahora, en vísperas de Reyes, administraciones y sociedad no tienen más remedio que enfrentarse a un desenlace anunciado. Ya se están aplicando confinamientos territoriales y restricciones, que probablemente se generalicen entre esta y la próxima semana. Pero ni Gobiernos ni ciudadanos podrán llamarse a engaño cuando sabían perfectamente lo que vendría después.
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