El balance de 859.477 vehículos nuevos vendidos en España el año pasado puede considerarse tan decepcionante como nada sorprendente. En un contexto de prolongación de la pandemia y sus secuelas en forma de restricciones a la movilidad y persistente incertidumbre, adversidades como el desabastecimiento ... de chips y los atascos logísticos terminaron de conformar un 2021 desastroso, el peor ejercicio de los últimos siete con un 32% menos de operaciones que antes de la crisis sanitaria. Sin olvidar un factor que también está pesando lo suyo: la desorientación del comprador a la hora de enfrentarse a un gasto considerable, sin verse siquiera capaz de decidir la mejor opción de combustible y con un nuevo impuesto de matriculación que, unido al retraso en las entregas, aumenta el atractivo del mercado de segunda mano. La antigüedad del parque automovilístico y su mejorable sostenibilidad se vuelven evidentes. Fabricantes y concesionarios deben superar la eterna petición de ayudas y las instituciones, los planes Renove, en favor de iniciativas conjuntas para orientar adecuadamente las decisiones de los conductores y alentar con infraestructuras la transición energética.
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