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Ventaja de partida

Ventaja de partida

Editorial ·

Sánchez e Iglesias toman el control de las mesas de Congreso y Senado en una legislatura turbulenta que da pábulo a otras elecciones

Miércoles, 4 de diciembre 2019, 09:13

La elección de las mesas del Congreso y del Senado dio ayer inicio a la nueva legislatura, a la espera de la apertura formal de las nuevas Cortes por parte del Rey. La sesión demostró que la alianza de las izquierdas -PSOE y Unidas Podemos- ... y su sintonía con las formaciones nacionalistas y regionalistas, está más rodada que el entendimiento entre las derechas -PP, Vox y Ciudadanos- tras el escrutinio del 10-N. De las nueve personas que integran la Mesa del Congreso, tres son socialistas, tres de Unidas Podemos, dos del PP y una de Vox. De fondo, la negativa del partido de Santiago Abascal a aceptar la propuesta de Pablo Casado para compartir votos con Ciudadanos en una operación que asegurase la presencia de los tres grupos en la Mesa. Así fue cómo la Cámara baja interpretó su propia representatividad a la hora de designar los integrantes de su órgano de gobierno. En un arco parlamentario tan fragmentado y sin mayorías definidas, en la Mesa del Congreso no solo prevalece la coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, sino que la posición de Unidas Podemos sale primada de las votaciones de ayer. Cuando la legislatura se presenta tan incierta, el hecho de que la elección se basara en la mayoría que apoyó el voto de censura contra Rajoy presenta la doble faceta de un cómodo colchón para Pedro Sánchez y, a la vez, de una anuencia tan quebradiza que, por de pronto, dificulta su investidura antes de Navidad. La sesión evidenció también que el PSOE no estaba tan comprometido con trazar un 'cordón sanitario' frente a Vox cuando pudo evitar que este partido se hiciese con la cuarta vicepresidencia de la Mesa en alianza con Unidas Podemos y grupos nacionalistas o regionalistas, pero prefirió asegurarse para sí mismo la primera de las vicepresidencias. El otro capítulo controvertido viene determinado por las distintas fórmulas de promesa de acatamiento de la Constitución empleadas por el independentismo catalán, la izquierda abertzale y el nacionalismo vasco, quienes advirtieron que cumplían ese trámite «por imperativo legal». Unas expresiones de disidencia que, en tanto que acaban prometiendo el acatamiento al marco legal vigente, fueron avalados hace ya treinta años por el Tribunal Constitucional. Bastó una mañana para que el Congreso y el Senado avanzasen las turbulencias que esperan a la nueva legislatura, cuando la dilación de las negociaciones para la investidura dan pábulo incluso a la eventualidad de unas terceras elecciones.

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