Vacunas y restricciones
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EDITORIAL ·
La puesta en marcha del proceso de inmunización no implica bajar la guardia con las medidas para prevenir contagiosEl inicio de la vacunación contra el COVID-19 en el Reino Unido empezó ayer a hacer realidad las esperanzas de millones de personas que en todo el mundo han visto que su salud, su bienestar, su economía y hasta su existencia dependían de que algo pudiese estimular la inmunidad del organismo humano. El preparado de Pfizer y BioNTech es el primero comercial que se administra, días después de que Rusia comenzase su campaña con la Sputnik 5. Es indudable que el Gobierno de Boris Johnson y las instituciones británicas han buscado una baza política al adelantarse a Estados Unidos y, en especial, al resto de la UE en vísperas de que se haga efectivo el 'brexit'. Pero no parece que haya razones fundadas para desconfiar de la autorización concedida por la agencia reguladora de aquel país en cuanto a su rigor científico, aunque las homólogas europea y norteamericana mantengan los pasos de su propia evaluación para asegurar la efectividad de esta vacuna mediante los mismos procedimientos que se sigan para validar las siguientes.
Es imprescindible que ningún interés o criterio ajeno al científico y sanitario induzca dudas en la población sobre la necesidad de vacunarse frente al COVID-19 siguiendo los protocolos que establezca cada autoridad nacional. Pero tan importante y urgente como vencer el miedo a las vacunas que aprueben los reguladores europeo y español y se administren en nuestro país es que los ciudadanos sean conscientes de que la inmunización comunitaria requerirá meses de una compleja operación. Y de que, mientras tanto, ha de cumplirse con las medidas y las recomendaciones de restricción que dicten el Gobierno, las comunidades autónomas, y en su caso los ayuntamientos, para rebajar la incidencia del coronavirus.
Dirigentes británicos se atrevieron ayer a pronosticar que en verano los ciudadanos del Reino Unido podrán vivir prácticamente como lo hacían antes de la pandemia. Sería mejor que los responsables públicos se limitasen a anunciar las fechas de vacunación de los distintos grupos por el orden de prioridad que consideren. Ello bastaría para que personas, familias y empresas pudieran idear planes hacia la normalización de su respectiva actividad retomando las riendas del futuro vital o económico. La prudencia debe prevalecer en todo momento sobre la impaciencia y la certeza sobre el optimismo.
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