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VACUNAS

Chucherías y quincalla ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 12 de mayo 2019, 12:46

Alemania está a punto de hacer preceptiva la vacunación de la población infantil frente a las enfermedades más recurrentes. Y valora llevarlo a efecto de la única forma que lamentablemente se demuestra eficaz y contundente: tocando el bolsillo de los infractores. Los padres que rehuyan ... inmunizar a sus vástagos serán sancionados con multas de hasta 2.500 euros y, de persistir en su negativa, se les negará el acceso a las guarderías donde hayan formalizado la matrícula. Alemania se unirá así al grupo de países de la UE que han convertido la recomendación en obligatoriedad ante una estadística inquietante. Una patología como el sarampión, que se daba ya prácticamente por erradicada en Europa, provocó en el continente 72 fallecimientos el ejercicio pasado. Y no sólo eso. La OMS advierte de un alza exponencial de los casos detectados, también en España. Con las mejoras de las que todo logro es susceptible, uno de los que la sociedad occidental puede enmarcar es el de haber articulado distintos mecanismos de protección de su ciudadanía. Entre ellos, el sanitario hacia un colectivo especialmente vulnerable como es el de los niños. Todos los esfuerzos chocan paradójicamente y una vez alcanzado un altísimo grado de cobertura con la negativa de algunas familias a la vacuna sin asumir (¿o sí?) que su decisión no se ciñe al ámbito individual, sino que pone riesgo a su entorno y quiebra una estrategia global. Es triste tener que recurrir a la sanción para inocular la responsabilidad, pero sólo así parece que los más extremistas pueden entender lo que obvian: que esto no va de libertad individual o concepciones de vida, sino de salud y seguridad colectiva.

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