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Pues sí, por lo que parece, el personal va desperezándose poco a poco, a la manera del caracol. En estos días, cuando chispea algo y salgo del barrio a por el pan, la prensa y poco más, veo a alguno de estos gasterópodos arrastrándose por ... el cemento. Asoman a las asfaltadas vías humanas acaso para dirigirse al césped que se divisa en el parquecillo de enfrente, probando a ver qué hay un poco más allá de la pandemia. Casi todos los días ojeo también alguna lagartija, más bien pequeña, de esas que viven entre grandes barriadas de edificios. Son mayores las que suelo ver cuando voy a las Callejas, a trescientos metros de mi hogar. Por ahí discurre el camino de los peregrinos, y las salandrejas (lagartijas en mi ciudad natal) reptan alegres &ndashajenas al coronavirus&ndash entre las piedras y hiedras soleadas de los cerrados de las centenarias huertas: su paraíso.
A propósito de los romeros jacobeos, esta semana me ha llegado la revista 'Peregrino', una de las publicaciones periódicas más significativas de entre las dedicadas a los distintos Caminos a Santiago. Es seguro que usted habrá leído en Diario LA RIOJA el actual panorama que se contempla en esos caminos que atraviesan la Rioja Baja, la Media y la Alta; ocurre como en la vieja canción serrana de la ida de los pastores. «Ya se van los romeros al extremo duro;/ ya se queda el Camino triste y oscuro».
En el editorial de su número 188, la citada revista publica que la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, de acuerdo con el Consejo Jacobeo del Ministerio de Cultura, «logró realizar con éxito en cinco días» la información «a todos los agentes de todos los Caminos de Santiago de la situación sobrevenida, comenzando por los peregrinos en tránsito, los titulares de los albergues de peregrinos, y por sus hospitaleros, presentes y de relevo», es decir, a todos los preparados para atender a los jacobípetas en primavera y verano hacia el otoño. El resto de la página manifiesta acerca de los próximos meses del legendario Camino incertidumbres semejantes a las que se presentan a las distintas actividades de la sociedad.
Ánimo, lectores: vuelven todos los días los caracoles y lagartijas a sus correrías diarias, superando tan tranquilos el confinamiento, y retornarán los peregrinos a llenar de vida nuestros pueblos y ciudades. Y yo mismo me acuerdo de aquella valiente jota amorosa: «A mi corazón le dieron/ veinticinco puñaladas/ y se levantó diciendo: ¡Aquí no ha pasado nada!«.
Nota. La vacuna es decisiva; la Esperanza, tanto o más.
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