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URNA TRAS OTRA

Chucherías y quincalla ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 21 de abril 2019, 09:56

En esta campaña sobre campaña en el que las agendas se entrecruzan y uno duda si está delante de un aspirante a la Alcaldía o el número 3 al Senado, los mensajes y los candidatos se funden. Como si fueran intercambiables, piezas de un mismo ... puzle donde por mucho que lo repitan el foco no está en el ciudadano sino en una especie de poder determinante pero difuso que luego los pactos construirán. O desbaratarán. El referente que ayer era alcaldable hoy aspira al pasaporte a Madrid, el que ya pasó por el Congreso encabeza una lista municipal, el edil mira ahora al Parlamento. El engrudo no ayuda a la decisión del elector, que a lo mejor confraterniza con unas siglas pero no comparte ese eterno intercambio de sillas y giros de registro que tampoco hacen ascos a mutar de bando. La pluralidad no estaba diseñada para ampliar el abanico de opciones, sino para que algunos sigan en la palestra cuando no encuentra su sitio. Y uno se pregunta cuándo un consejero ha sabido que su destino después de las elecciones estará en otro territorio y si antes de cambiar de rol ya ha estado ejerciendo de su yo futuro mientras el resto creía que aún era el yo presente. Una volatilidad que no es exclusiva del político y el afán (o desesperación) por encontrar mirlos blancos más allá de las sedes tienta a profesionales de prestigio ante los que surge la misma duda. ¿Han ejercido de candidatos desde sus púlpitos civiles antes de dar el paso a la arena pública? Poco importa. En su disco duro ya está implantado ese chip que les inmuniza contra todas las contradicciones y lo que antes era vital ahora resulta superfluo. Todo se aclarará el 28 de mayo. O el 26 de abril. O algo parecido. O distinto del todo.

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