Urge un desenlace político

El dilema que se plantea ahora es encontrar otra forma de cooperación entre partidos (hay tiempo hasta el 23 de septiembre) o unas nuevas elecciones generales que se celebrarían el 10 de noviembre. La clase política acaba de fracasar en el Parlamento en la tarea de dotarnos de un Gobierno y cada día se abren nuevos y más graves retrasos que van configurando una insoportable parálisis. Hay quien dice, con más o menos ironía, que la falta de Gobierno es la que nos permite superar las previsiones de crecimiento, pero tenemos un Ejecutivo maniatado en funciones, seguimos sin presupuesto pero con un imprudente déficit en la Seguridad Social por la incapacidad de abordar su reforma, no se ha actualizado el sistema de financiación autonómica, ni renovado el caducado Consejo General del Poder Judicial...

La iniciativa legislativa y reformista está paralizada. Sánchez seguirá insistiendo ante el PP (y, retóricamente, también ante Ciudadanos) en demanda de una abstención que le permita formar Gobierno, aunque lo más realista es intentar un acuerdo con Unidas Podemos, un pacto de legislatura o de investidura basado en un acuerdo programático, aunque ello obligaría a significativas renuncias dado el distanciamiento que existe entre ambos partidos. Por lo que este intento, que debería emprenderse cuanto antes, tampoco garantiza la vuelta a la normalidad.