Unidad sin propuestas

El presidente apeló de forma insistente a la imposibilidad de que la mitad del país pueda sacar a este adelante mientras la otra mitad se pone de espaldas. Los desafíos pendientes, con la segunda ola del coronavirus dificultando la reconstrucción de los destrozos causados por la primera, son razón suficiente para que partidos, instituciones y agentes sociales se avengan a un esfuerzo compartido durante al menos los dos próximos ejercicios. Así lo precisan también los sectores más desfavorecidos de la población, que tienen muy serios motivos para temer malas noticias en las semanas venideras. Pero la voluntad de concordia debe sortear asimismo las tentaciones divisionistas que afloran con la crisis, el auge del negacionismo frente a la evidencias científicas y la sensatez social, y las tensiones partidarias. La apuesta política e incluso ideológica que llevó a Sánchez al Gobierno no es ajena a los desencuentros que el presidente dice querer superar. Ayer reclamó reiteradamente unidad en nombre del Ejecutivo de coalición. Pero la naturaleza de esta y los apoyos a los que ha recurrido hasta la fecha no son ejemplos de diálogo y entendimiento respecto a esa «otra mitad» a la que se dirigió en una alocución redundante, falta de novedades y propuestas concretas.

Esa unidad que reivindica se echa en falta en el propio Gobierno, donde Unidas Podemos mantiene un pulso con el PSOE a propósito de un eventual pacto con Ciudadanos sobre los Presupuestos. El presidente sostiene que si ya los de Montoro eran inservibles, se han vuelto perjudiciales con la pandemia. Sin embargo, ayer desperdició una oportunidad de oro para avanzar algo del proyecto que tiene en mente. Dio así a entender que el mantenimiento de su fórmula de Gobierno prevalecerá sobre la discusión pública de las necesidades del país. En otras palabras, que la unidad que busca no es otra que la abstención del PP, aunque no aclara qué está dispuesto a poner de su parte.