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Lo lógico sería que Bruselas estableciera unas pautas a la hora de abrir las fronteras al turismo para que nadie se quede atrásResulta inquietante el hecho de que, mientras el Gobierno se contradice a sí mismo en los anuncios de la disponibilidad de nuestro país como destino turístico –fue desmentida esta semana la noticia ministerial de la apertura de fronteras antes del 1 de julio–, varios de ... nuestros principales competidores ya han reabierto completamente el negocio. Y Exceltur ha recordado que los ciudadanos de países como Alemania, Holanda o Suecia son muy metódicos, por lo que si no consiguen concretar pronto sus destinos españoles de siempre, optarán por otros lugares. Es evidente que el objetivo de la seguridad debe primar sobre cualquier otra consideración, por lo que no hay más remedio que admitir que el Gobierno se tome su tiempo para las grandes decisiones, que han de adoptarse a partir de la razonable convicción de que no se producirá un rebrote de la pandemia. Pero, dicho esto, es lógico que tanto los distintos actores de la cadena turística como los clientes reclamen un calendario cuanto antes. Abrir un hotel o un establecimiento de restauración requiere preparativos obvios, y la llegada de turistas extranjeros precisa de la movilización de unas infraestructuras y de una gran flota de transporte que no se improvisan. Puesto que en nuestro entorno la pandemia ha afectado gravemente a Italia, España, Francia y, aunque ya fuera de la UE, al Reino Unido, y dado que la situación epidemiológica parece mejorar simultáneamente en todos ellos, lo lógico sería que Bruselas sugiriera unas pautas de conducta, que en el extremo supusieran la reapertura de Shengen (España e Italia así lo han solicitado). Incluso sería deseable que la Comisión Europea tomara cartas en el rastreo/testeo sanitario masivo, extendido a todos los países, que debería garantizar preventivamente que los posibles casos de contagio que se produzcan a causa de los flujos turísticos se localicen enseguida y se proceda al aislamiento de cada grupo en situación de riesgo. El turismo nacional puede ser la salvación de ciertas zonas en que ha sido históricamente mayoritario, y puede incluso aumentar esta temporada si una parte de quienes veranean habitualmente fuera de España deciden este año quedarse cerca de casa. Y el turismo internacional descenderá sin duda, tanto por la pandemia como por la crisis económica aneja, pero es evidentemente deseable que el número de visitantes extranjeros sea el mayor posible ya que en él se basa el grueso del negocio. Ya se sabe que no es fácil acomodar movilidad y seguridad, pero los técnicos y los políticos han de ponerse a resolver ese dilema sin pérdida de tiempo.
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