Un mal día

El filme estuvo presente en la sección oficial a concurso de la Seminci de Valladolid en su edición del 2019 y cuenta la historia de una mujer, Lara Jenkins (Corina Harfouch) que el día de su 60 cumpleaños su único hijo, Viktor, se estrena como compositor con una pieza para piano y orquesta. Indicadores radiantes para disfrutar de una jornada emocional y feliz que, sin embargo, en unos pocos minutos, se tiñe de amargura y frustración por la soledad y desolación de Lara.

Desde el comienzo de este triste y apesadumbrado relato dramático el cineasta teutón marca las pautas del temario que va a desarrollar. Con cuatro planos Jan Ole Gerster plantea la zozobra y angustia vital de su personaje. Estructura el largometraje en el periplo de un mal día de Lara. La cámara nos enseña algunos objetos de su casa. Hace hincapié en un retrato enmarcado en el que vemos a Lara sosteniendo en brazos a su hijo. Intuimos gravedad. Enseguida nos encaminamos a lo peor. Vemos a la protagonista levantarse de la cama, abrir la ventana, subirse a un taburete y dispuesta a lanzarse al vacío. El timbre y dos agentes que requieren su presencia como funcionaria para un registro de domicilio frustran el suicidio.

Reformular la ansiedad y darse una segunda oportunidad aún a pesar del sufrimiento. Lara se viste y sale a la calle. A partir de aquí, el realizador narrará, durante este breve lapsus de tiempo, rasgos de su personalidad, sus lazos familiares, de sus amistades y de su entorno. La mujer busca desahogo, reencontrarse, cuestionar sus pasos erróneos y solucionar el desafecto con Viktor. Tiene veinticuatro horas.