Los últimos coletazos de la peseta
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Quién me iba a decir a mí que nuestra peseta, nuestra entrañable peseta, después de casi veinte años de su desaparición del panorama nacional, iba a resucitar y hacer el milagro de salvar vidas, de socorrer a infinidad de familias necesitadas, nada menos que en ... el escenario horroroso del segundo coletazo del coronavirus? Si alguien esperaba esto que levante la mano.
Yo he pasado casi toda mi vida –sesenta años, que se dice pronto– conviviendo con la peseta. Y como yo, al menos un tercio de la población total de La Rioja, esto es, no menos de 100.000 personas. Esas cien mil personas, alguna que otra vez todavía, discurren en pesetas, y saben, porque comparan y no son tontas, que hace no muchos años si alguien tenía en el banco un millón de pesetas era un millonario. Y saben también que un millón de pesetas equivale a 6.000 euros. Y se preguntan, porque lo comentan por la calle, ¿cómo es posible que gentes que se dicen trabajar en favor del pueblo, en concreto algunos políticos de nuestra tierra, que dicen no mirar más que por el bien del pueblo, son ellos a la hora de la verdad unos auténticos millonarios, se mire por donde se mire?
Quiérase o no, se acepte o no, a muchos que tenían sus buenas pesetas, y bien sudadas por cierto, les costó entrar en todo aquel mundo nuevo del euro, y muchos, por eso mismo, se dejaron por el camino miles y miles de monedas de peseta, bien en el calcetín, bien bajo el colchón, bien en huchas caseras o bien donde sea. Y ya me entienden. Dicen los que saben que al día de hoy los españoles tienen sin canjear la no desdeñable cifra de 1.610 millones de euros en pesetas, que al decir de esos mismos que saben, constituyen casi el 3% de la cantidad total de euros en circulación a 31 de diciembre de 2001. Y esto no es moco de pavo.
Es cierto que a lo largo de estos últimos dieciocho años todo el que ha querido ha tenido la oportunidad de canjear, cambiar, sustituir las pesetas en su poder por euros. Pero oído al parche: el Banco de España, última instancia en esta operación de cambio, dejará de hacerlo el 31 de diciembre. Quiere decir que el que no se haya movido para esa fecha las pesetas que obren en su poder ya las puede enterrar, tirar al mar, fundirlas...
Visto lo visto, ¿qué se le ha ocurrido a Manos Unidas, esa organización no gubernamental dependiente de la Iglesia Católica, que está luchando denodadamente contra el hambre en el mundo, que ayuda a los pueblos en vías de desarrollo a base de proyectos muy concretos? Pues muy sencillo: a través de la campaña 'Tus pesetas pueden salvar vidas', está haciendo una llamada, una convocatoria, o como quieran calificarlo, a todos sus socios, colaboradores y amigos, al público en general, para que revisen en sus casas si tienen billetes o monedas de peseta que están olvidadas en algún rincón y que pueden convertirse en un auténtico y preciado tesoro que salve la vida de muchas personas.
¡Atención! Las pesetas olvidadas pueden resucitar y tener valor otra vez y convertirse en un medio eficaz y solidario de todos los riojanos que quieran ayudar a los más necesitados del mundo. ¿Qué hacer en concreto? Acérquense a la Delegación de Manos Unidas que en La Rioja tiene su sede en la calle Obispo Fidel García (Seminario) o en el número 3 de la Avenida de Navarra (Misiones Diocesanas) y depositen allí esas bienaventuradas pesetas que tanto bien pueden hacer a mucha gente.
Y atención al dato: todos los billetes de peseta posteriores a 1939 son canjeables en euros. Los billetes emitidos entre 1936 y 1939 también pueden ser canjeados tras un atento estudio por los expertos del Banco de España. Por lo que hace a las monedas, sólo se admiten las que estaban en circulación el 1 de enero de 2002.
¡Ánimo, y fuera perezas inoportunas! Manos Unidas aplicará lo recaudado a los proyectos de desarrollo que coordina localmente o bien los destinará a fines generales de la organización. En todo caso, el esfuerzo bien habrá merecido la pena.
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