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EL BISTURÍ

Último tajo

Miércoles, 24 de mayo 2023

Va para cinco años que, el mismo día que me quité de operar, intenté desengancharme también del hábito de opinar. Entonces me despedí de los lectores (ya entonces incluía a las lectoras) pero cuatro meses después recaí reconociéndome incapaz de dejar El bisturí porque «sencillamente, ... no puedo. Intentar quitarme de largar los jueves en esta página sólo me ha servido para comprobar lo enganchado que estoy al vicio. Meterte una columna en vena todas las semanas durante catorce años te convierte en un dependiente psicológico de las cosas que pasan a tu alrededor o de las ideas que asaltan tu mente. Duele confesarlo: soy un adicto a la opinión publicada. Cuando supe que yo solo no podría superarlo acudí a Opinadores Anónimos, una academia de desintoxicación para tertulianos sabelotodos, columnistas pertinaces y escribidores compulsivos de cartas al director. Fue muy duro. Además de los deberes imposibles para casa (entregar el portátil, dejar de ver, leer y escuchar noticias y no discutir con familia o amigos sobre cualquier asunto polémico), estaban las temibles sesiones de deshabituación. Nos sentaban en corro y tras las presentaciones de rigor («me llamo Fernando y soy columnista») lanzaban al ruedo una sarta de temas de actualidad sin dejarnos ni rechistar.

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