La cumbre celebrada en Kiev entre la Unión Europea y Ucrania ha mostrado, en medio de los bombardeos rusos, el compromiso inquebrantable de las democracias del continente, representadas por Ursula von der Leyen, con la suerte del país asediado. El encuentro ha permitido recordar que ... es candidato a la integración en la UE desde junio del pasado año y a impulsos de la agresión rusa. Porque aquellos primeros tres meses de resistencia de la población ucraniana merecían y requerían ser reconocidos como excepcional demostración de su opción colectiva por el proyecto europeo. Y porque Ucrania necesitaba responder al desafío de Putin con un gesto que dejase claro que su ampliación no se vería coartada por los tambores de guerra de una autocracia añorante e iliberal cuando, además, representaban una amenaza directa contra los socios comunitarios. Empezando por los más próximos geográficamente a la Federación Rusa.

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Parece evidente que la destacada actuación del Gobierno de Zelenski, de la Fiscalía y de las instancias judiciales de Ucrania contra la corrupción en vísperas de la cumbre ha obedecido –mediatizada por la vigencia de un sistema de excepción a causa de la guerra– a la intención de ofrecer resultados tangibles en cuanto a homologación democrática. La resistencia iniciada hará pronto un año presenta a día de hoy un balance de tantos miles de vidas sacrificadas en defensa de la integridad territorial del país atacado y de los derechos de sus ciudadanos que parece fuera de lugar requerirle los más altos estándares en el funcionamiento del Estado de Derecho en medio de una contienda desatada para acabar con él. Exigir que una sociedad militarizada porque se niega a rendirse y a la que se le ha conferido el papel de contención de la amenaza más directa contra la libertad y el bienestar de todos los europeos pueda soportar una evaluación análoga a la requerida a los socios de la Unión parece injusto e indiferente ante el dolor más extremo.

Pero ni la guerra más cruel puede eximir al país objeto de una agresión a todas luces ilegal y despiadada de ceñirse en todo lo posible a los cánones de la división de poderes, de procedimientos judiciales con garantías, de igualdad ante la ley y también de oportunidades, sin que la excepcionalidad derive en abusos sobre unos ciudadanos y en ventajas para otros. Porque de ello depende también que Ucrania acabe ganando la guerra de su integridad con el apoyo de los países de la UE.

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