Truss se desdice a la fuerza

La primera ministra británica, Liz Truss, optó finalmente por deshacerse de su ministro de Finanzas y estrecho aliado, Kwasi Kwarteng, para sortear momentáneamente la presión ... de los mercados y la contestación entre los conservadores. Al tiempo que restablecía el incremento del impuesto de Sociedades impulsado por su principal rival en las primarias, Rishi Sunak. El nombramiento del moderado Jeremy Hunt al frente de la política económica del Reino Unido confirmaría una autoenmienda que deja en nada los tintes que llevaron a Truss a conseguir el favor de las bases tories contra el parecer mayoritario de su grupo parlamentario. El stablishment puede contentarse con el cese de Kwarteng y con que Downing Street se olvide de la bajada generalizada de la presión fiscal proclamada por Truss que supuso el hundimiento de la libra ante el riesgo de que el Reino Unido no fuese capaz de hacer frente a las obligaciones de su deuda. La sustitución de la primera ministra, reclamada por sectores significados de las filas conservadoras cuando parecía resistirse a operar cambios, conllevaría un descrédito institucional muy difícil de sobrellevar para el país. Pero es evidente que Truss sale tan desgastada de la crisis generada por ella misma en tan solo un mes en el cargo que no tendrá otro remedio que actuar en adelante como 'primus inter pares' entre los tories, sin pretender despegarse de una actuación centrada. Aunque su continuidad puede lastrar aún más las opciones conservadoras frente a las laboristas en los comicios que, en principio, tendrán lugar dentro de dos años. Pero el problema mayor del Reino Unido y de la economía occidental es que Londres aparezca descabezada e imprevisible siendo una de las referencias clave frente a la crisis desatada por Moscú. Salvar la desconfianza de los inversores y ofrecer una interlocución institucional solvente a los países aliados y, más en concreto, a la Unión Europea no resultara fácil para el nuevo gobierno de Truss que, por ello, deberá proceder a más cambios. Lo ocurrido en el Reino Unido advierte de los límites de la política gubernamental ante la perpetuación de la incertidumbre económica y de las dificultades sociales. Aferrarse a la taumaturgia de las fórmulas simples para superar la crisis energética, la inflación y sombras recesivas no solo resulta inútil. Sus anuncios generan además un profundo escepticismo en la sociedad.