El Partido Republicano sigue bajo el control férreo de Donald Trump, cada día más cerca de anunciar su candidatura a la Casa Blanca en 2024. El magnate neoyorquino ha purgado a los congresistas conservadores críticos con el asalto al Congreso acontecido unos días antes de ... la toma de posesión de Joe Biden. También ha conseguido que su relato de víctima y mal perdedor se imponga. La gran mayoría de sus votantes piensan que realmente ganó frente al actual presidente demócrata, sin una sola prueba de ello. Este verano, Trump ha aprovechado la investigación del FBI sobre los documentos clasificados guardados de forma indebida en su casa para presentarse como víctima de una conspiración y ocupar aún más el centro del debate político. Sin embargo, no todos los republicanos creen que es una buena idea la sumisión a los exabruptos del magnate neoyorquino.
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En noviembre tendrán lugar las elecciones legislativas, en las que, como suele suceder, dejará de tener la mayoría en las dos cámaras legislativas el partido que gobierna el país. Pero la marea republicana puede ser menos amplia de lo previsto si el argumento principal de los conservadores es reivindicar a Trump y no castigar a Biden. Muchos votantes independientes se inclinarían por los candidatos republicanos por razones sustantivas, y muchas veces locales, que no tienen nada que ver con el ideario populista del expresidente. Un omnipresente Trump, dispuesto a convertir estas elecciones en un referéndum sobre sí mismo, puede empezar a ser experimentado en diferentes circunscripciones como un agente tóxico, que convence a los más radicales del partido pero aleja a los moderados.
Enfrente, Joe Biden es percibido como un líder débil, pero se resiste por ahora a abrir el debate entre los demócratas sobre su cada vez más inevitable sucesión. Sin embargo, el presidente ha obtenido algunos éxitos recientes en el terreno legislativo y está movilizando a los suyos en contra de la decisión del Tribunal Supremo que deja de configurar el aborto como un derecho protegido por la Constitución. En el plano internacional, Biden mantiene el liderazgo de la coalición de cuarenta países que apoyan a Ucrania frente a Rusia. Ha evitado poner tropas sobre el terreno y por ahora ha frenado el chantaje nuclear de Putin. Además, ha conseguido que las extensas sanciones adoptadas contra Moscú perjudiquen mucho menos a los norteamericanos que a los europeos. De este modo, los comicios de noviembre no tienen por qué ser el principio del fin del proyecto político encabezado por Biden. Esta vez, el presidente demócrata cuenta con la inestimable ayuda de Donald Trump.
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