La comisión organizadora de los debates de la carrera presidencial en Estados Unidos ha suspendido el previsto para el jueves 15 con el argumento de que Donald Trump y Joe Biden tienen otros planes de campaña. Nadie más que Trump y su partido están dispuestos a hacerse cargo de la participación del presidente, recién dado de alta hospitalaria tras infectarse de COVID-19. Pero el parte médico de que tiene anticuerpos del virus en sangre parece haber conferido a Trump un plus de energía para hacer frente a los días que restan de campaña con la aureola de quien ha sido capaz de vencer el mal que había minusvalorado desde el principio. Al tiempo que el tratamiento que al parecer recibió en el hospital de la Armada se ha convertido en la supuesta demostración de que el coronavirus tiene cura, aunque no esté al alcance de buena parte de los estadounidenses. La convalecencia de Trump no ha restado carga emocional a la liza que mantiene con Biden, sino todo lo contrario. Visto lo ocurrido en el primer debate, no será fácil que la campaña logre aflorar razones políticas y económicas a favor de uno u otro candidato; empezando por los argumentos republicanos que Trump desdeña nada más despertarse cada día.
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