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Cuando Pedro Sánchez presentó la estructura de su Gobierno muchos coincidieron en destacar la sagacidad del resabiado superviviente para estabular a los podemitas, encajonándolos en departamentos con competencias secundarias. Pero eso funcionó solo durante algunas semanas, porque desde el inicio de este año, lo cierto ... es que, salvo Garzón, al que le dejan jugar en Consumo para que se entretenga y no moleste a los mayores, el resto de los ministros del ala más al este de la Moncloa le están metiendo unos puntapiés de miedo al presidente y a la vicepresidenta primera.
El primer zapatazo les llegó con la escala en Barajas de Delcy Rodríguez, la 'número dos' de Maduro incluida en la lista negra de la UE por narcotirana. Sánchez mandó a «evitar un conflicto diplomático» a su chico de los recados y cuando el escándalo estalló allá por la novena versión de José Luis Ábalos, la onda explosiva ni rozó a Pablo Iglesias, grupi entre los grupis bolivarianos de España.
El segundo patadón vino con la Ley de violencia sexual. En la opinión pública poco ha impresionado que Justicia tuviera que corregir de urgencia todos los disparates técnicos de Irene Montero. Lo que ha calado es que Sánchez tiene un ministro 'machirulo' en su equipo. Lo dijo Iglesias y lo corroboró Echenique.
Y la tercera coz, esta sí que en exclusiva sobre las posaderas de Carmen Clavo, la trajo el 8M, porque Podemos le ha levantado al PSOE el discurso feminista, tan decisivo en términos electorales.
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