LOS TRES TAMICES DE SÓCRATES
Tomarse tiempo para: saber si es verdad, si es algo bueno y útil
MI PUNTO DE VISTA - ANTONIO DE LORENZO
Jueves, 5 de septiembre 2019, 09:27
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MI PUNTO DE VISTA - ANTONIO DE LORENZO
Jueves, 5 de septiembre 2019, 09:27
Un amable lector, conocedor del interés que tenemos en esta columna por ciertos aspectos filosóficos, nos ha remitido un interesante comentario sobre los tamices de ... Sócrates, tres en concreto.
Nos recordaba el comunicante que, en la antigua Grecia, Sócrates disfrutaba de gran prestigio por su sabiduría. Un buen día, según parece, cierta persona se topó con el filósofo y aprovechó la oportunidad para inquirir al sabio griego: ¿Sabe lo que acabo de oír de un buen amigo suyo? Antes de que aquel personaje trasladase a Sócrates lo que sabía de su amigo, el filósofo se adelantó para decir: antes de que me lo cuentes, me gustaría realizar la verificación de los tres tamices.
Un tanto sorprendido, el comunicante preguntó a su vez al filósofo: ¿los tres tamices? Sí, contestó Sócrates y añadió: antes de contar cualquier cosa sobre otro, sería bueno tomarse un tiempo para filtrar lo que se va a decir. A eso me refiero cuando hablo de los tres tamices.
El comunicante guardó entonces silencio para escuchar con gran interés y curiosidad al filósofo: lo llamo el test de los tres tamices -prosiguió diciendo-: el primer tamiz es el de la verdad, ¿has comprobado si lo que me vas a decir es verdad? Bastante contrariado, el individuo tuvo que reconocer que no, que solo sabía lo que había escuchado a otro. Prosiguió hablando Sócrates para confirmar: muy bien, así que no sabes si es verdad. Pero sigamos con el segundo tamiz, el de la bondad -añadiendo otra pregunta-: lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
En esta ocasión la respuesta no se hizo esperar: ¡ah, no, todo lo contrario! -confirmó el tipo aquel-. Entonces, cuestionó el sabio griego: es decir, que quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas..., pero tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad: ¿es útil que yo sepa lo que me vas a contar de este amigo?
La respuesta fue tajantemente negativa. Entonces -concluyó Sócrates- lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil: ¿por qué querías decírmelo, entonces...
Sería bueno reflexionar sobre estas tres cuestiones, antes de trasladar a otras personas lo que sepamos de un tercero, sobre todo para mejorar nuestra vida y la de nuestra sociedad, en su conjunto.
El chisme, la maledicencia, suelen llegar casi siempre acompañados de la mentira, de la maldad y de la falta de utilidad, y ¿para qué, entonces? La respuesta es muy simple: para causar daño a otro.
Al chismoso y al que transmite chismes hay que meterlos en el mismo saco y no conceder ningún crédito a sus palabras. Si usted es de los que, ante estos individuos, responde algo así como: ¡ah, ¿sí?, cuenta, cuenta..!; malo, malo..., para usted.
La gente inteligente, ante estos tipos, o los ignora o hace lo mismo del gran filósofo: realizar los tres tamices.
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