La orden de Vladímir Putin de establecer una «tregua unilateral» de 36 horas que finalizaría a medianoche de este sábado, lejos de enviar una señal de generosidad, como pretendería la propaganda del Kremlin, solo revela debilidad. Los agresores rusos observarían un breve alto el fuego ... en el territorio invadido y, después de masacrar a la población civil y causar incontables destrozos en su infraestructura energética durante más de diez meses, pretenderían que el Ejército ucraniano se cruce de brazos. La contundente respuesta de Kiev subraya la hipocresía de la maniobra de Putin, supuestamente enternecido por la celebración en su país de la Pascua ortodoxa cuando no dudó en bombardear a civiles en Navidad y Año Nuevo. Días después de perder en Makiivka a decenas, quizá cientos, de efectivos, en su mayoría recién movilizados y a los que se apresuró a culpar de descuidar su propia seguridad, Moscú no puede permitirse otro episodio similar. Por eso busca una pausa para refrescar sus tropas y aprovisionarlas de armamento y munición. La comunidad internacional solo puede reforzar su apoyo militar, financiero y humanitario a Ucrania y exigir la retirada total de Rusia.

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