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La revolución biotecnológica y la Inteligencia Artificial (IA) están en marcha, esbozando un horizonte brutalmente transformador e inquietante. El debate precursor del transhumanismo está a la orden del día; ha dejado de ser un augurio o posición filosófica para ser una realidad galopante. El transhumanismo ... analiza la fusión entre tecnología e inteligencia humana para evitar la transformación radical posthumana en la que el ser humano perdería su condición del ser pensante actual hacia otro dirigido por una inteligencia no biológica que compensa dificultades o enfermedades físicas y aumenta las competencias propias mediante interfaces biotecnológicas, orgánicas o manipulaciones genéticas para hacerlo más longevo, más competente y, teóricamente, más feliz.
La nueva era cognitiva está en marcha, planteando un desafío brutal: cambia nuestro concepto de vida, muerte, envejecimiento y competencias neurobiológicas individuales, en una posible reprogramación del ser humano que redefine o sustituye la actual.
No es ciencia ficción, estos días las noticias evidencian su realidad. Un equipo de neurocientíficos suizos (Onward Medical) han logrado que tres personas parapléjicas anden y realicen movimientos complejos coordinados como nadar o ir en bicicleta en lugares públicos, mediante la implantación de un dispositivo de estimulación nerviosa controlado a distancia con un software de inteligencia artificial en una tablet táctil. Musk ha anunciado algo parecido a través de la compañía de innovación tecnológica Neuralink: implantes cerebrales experimentales en personas neurológicamente enfermas o sanas, conectados al ordenador para mejorar sus capacidades y posibilidades. Son ejemplos de otras realidades emergentes como las prótesis biónicas y la manipulación genética que trazan un prometedor camino hacia la mejora humana, repleto de riesgos y consideraciones éticas para los que, quizás, no estemos preparados. ¿Hacia dónde conducirá este imparable escenario emergente de la mano de IA y la biotecnología?, ¿emerge la era transhumanista de mejora o posthumanista del nuevo ser humano regulado por un cerebro no biológico?
La cuestión es inquietante. Científicos y tecnólogos como Musk o Altman (CEO de OpenAI, creador de ChatGPT) claman que es preciso regular éticamente hasta dónde es permisible llegar y su uso. Una vorágine desconocida, llena de oportunidades, pero también de falta de seguridad, sesgos, repercusiones económicas y falsificaciones ya en uso por algunas grandes potencias. Quizás, debamos confiar en las palabras de F. Mayor Zaragoza: «Un nuevo comienzo se acerca. Y será tan esencialmente humano que sabrá evitar la patología de lo posthumano. Sí, estamos viviendo momentos muy sombríos, pero podemos inventar el mañana». Ojalá.
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