Transexualidad

Cuenta la historia de amor/odio entre un padre, Philip (Benoît Magimel) y su hijo trans, Lionel (Mya Bollaers). Una relación tirante y agresiva provocada por el rechazo de Philip a la identidad sexual del chaval y la huida de Lionel, ahora haciéndose llamar Lola, a una casa de acogida.

La muerte de la madre, Catherine, rompe el único lazo afectivo que le quedaba a Lola. Aquella era el elemento convergente y una mujer comprensiva y tolerante que apoyaba los cambios corporales a los que Lola desea someterse.

Esparcir las cenizas de Catherine por el Mar del Norte pone en camino a dos personajes que no se respetan y toleran. El cineasta escribe una estructura clásica, una road movie, para colocar a Lola y Philip en un espacio reducido, un coche, y un trayecto para expresar y dirimir sus sentimientos y emociones.

No hay nada como una ruta, con sus pertinentes escalas (la del club de alterne es impecable), y muchos kilómetros por delante para que dos figuras enconadas y divergentes encuentren sus puntos en común y un acercamiento de posturas.

Viaje áspero y crudo al comienzo con un padre exaltado y disgustado y un joven firme y seguro acuciado por el tratamiento hormonal y la prontitud de una operación que le va a cambiar físicamente. El drama tiene tensión psicológica y las partes enfrentadas echan chispas. Gran parte de la emotividad del largometraje recae en la poderosa y concluyente interpretación de Mya Bollaers como Lola, un trabajo difícil de olvidar, de mucho quilates y de comprometida composición.