Las opciones laborales de los jóvenes han sido con diferencia las más perjudicadas por las crisis que han marcado las dos primeras décadas del siglo. La global económica y financiera 2008-2014 elevó el desempleo juvenil a cotas del 50% y, cuando la situación se ... iba normalizando, apareció el COVID-19, que volvió a elevar el índice al 40%, cuando ya es de apenas el 12,7% en los mayores de 50 años. Las razones de la postergación de los más jóvenes son especialmente dos: de un lado, la segmentación excesiva del mercado laboral, que les adjudica los empleos temporales o a tiempo parcial. De otro lado, son mayoritarios en los sectores más vulnerables ante las crisis, como la hostelería. La reducción de la movilidad forzada por la pandemia que ha paralizado el turismo se ha hecho sentir sobre todo en este segmento laboral. A estos dos factores específicos hay que añadir la mejorable adaptación entre el sistema formativo y la economía real. El olvido de los jóvenes tiene su traducción en el sistema político de representación, desacredita a los partidos tradicionales y abre paso a otros nuevos, sin que por ello mejore la situación de quienes esperan impacientes poder instalarse en la vida.
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