El optimismo económico en el que vive el Gobierno ha sido matizado por instituciones que cuestionan abiertamente las previsiones oficiales; entre ellas, el Banco de España. La disparidad de criterios sobre el posible ritmo de la recuperación se decanta hacia los pronósticos más cautelosos al ... coincidir con un crecimiento inferior al esperado en el tercer trimestre tras una drástica rebaja del calculado inicialmente por el INE en el segundo. Esa evolución, cuyas causas están lejos de desaparecer, dificulta el objetivo del 6,5% para el presente año y siembra serias dudas acerca del 7% estimado por el Ejecutivo para el próximo. De su cumplimiento depende la credibilidad de unos Presupuestos más en entredicho conforme se conocen nuevos indicadores.

Publicidad

El PIB se expande con menos fuelle del augurado, pero su comportamiento y el del empleo desmiente a los profetas del catastrofismo. Ello no es óbice para advertir de la existencia de un cúmulo de circunstancias adversas que oscurece el panorama y que, de prolongarse en una versión aguda, podría desatar una tormenta perfecta sobre la reactivación en marcha. El brutal encarecimiento de la energía, sin visos de corrección a corto plazo, castiga a las familias y eleva los costes de las empresas. La escasez de materias primas y los problemas en la cadena de suministros global por una demanda desbocada, cuya solución también requerirá tiempo, ponen en aprietos a la industria y añaden presión a unos precios fuera de control. El vertiginoso ascenso de la inflación hasta el 5,5%, el nivel más alto en tres décadas, amenaza con acelerarse aún más en breve plazo, lo que penalizaría el consumo –el principal motor del crecimiento– y las cuentas del Estado por la subida de las pensiones, y tensionaría la negociación colectiva para un apreciable aumento de los salarios incluso en las compañías aún no repuestas de los estragos del COVID.

La indeseable conjunción de estos factores constituye un peligro para una recuperación tan rápida como la augurada. El Gobierno y el BCE se han declarado ahora sorprendidos por la virulencia del alza de los precios, lo que resta crédito a su pronóstico de que tanto ellos como la energía volverán a su cauce en primavera. Vienen meses complicados. La actual situación es insostenible por mucho tiempo. Es hora de que las instituciones actúen para combatir sus causas y amortiguar sus efectos en vez de confiar en que el calendario arregle por sí solo los problemas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad