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Por motivaciones de trabajo no he prestado demasiado tiempo a enterarme de cómo transcurrió la manifestación de la Diada en Barcelona este jueves pasado. Sí oí, hallándome en una cafetería de Pamplona, que casi al final del evento un grupo de manifestantes arrojó adoquines contra ... las fuerzas del orden. Supuse entonces que a convocatorias tan numerosas acudirán personas de muchas clases, algo semejante a lo que ocurre en los grandes estadios, y hasta puede suceder que algunas de ellas se dediquen a arrojar artefactos más o menos chocantes que, por su propio contacto escasamente delicado, podrán producir pupa en lunas de comercios o en otras personas, por nombrar dos objetivos bastante comunes.

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larioja No me toquen los adoquines