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Las mentiras son como los cimientos de barro de una casa, que nadie es consciente de su fragilidad hasta que se derrumba el edificio aflorando la clamorosa verdad: sin cimientos nada perdura en el tiempo. Esta semana ha sido propicia en mostrarnos ruinas humanas.

Todo ... se ha dicho sobre José Luis Moreno pero quizá lo peor está por descubrir. Cuentan que en el paraíso de los muñecos despertaron a un tiempo Monchito, que lloraba; Macario, riendo con retranca y Rockefeller, el insufrible cuervo que mejor representa al ventrílocuo, que entró en crisis repitiendo sin cesar: ¡Toma, Moreno! Al borde de la histeria estuvo el día que detuvieron a José Luis Moreno hasta que doña Rogelia y Rodolfo le ataron el pico con la cuerda de la compasión que inspiran los trastornados. Yo siempre preferí a los muñecos de Mari Carmen porque los otros rezumaban caspa de siglos y mal gusto, era el signo de un tiempo que se resistía a desaparecer y que todavía pervive. Hoy, la acusación de presunta pertenencia a una organización criminal, una red de estafadores y de blanqueadores de capitales ennegrece a un Moreno que cada vez se parece más al oscuro cuervo con el que nos helaba la sonrisa de pequeños. Es innegable que este señor es una ruina moral al que la adulación ambiental le dio alas, de cuervo, pero alas. Deja tantas víctimas de su avaricia y de su maldad que solo me inspira desprecio y, no lo niego, hasta pena.

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larioja ¡Toma, Moreno!