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Todos los fiscos necesitan aumentar sus ingresos para enjugar el gasto de una sociedad cada vez más 'geriatrizada'. Pero los impuestos actuales dan poco más de sí y, tampoco hay que olvidar, que las prácticas confiscatorias están prohibidas, nada menos, que por la Constitución española. ... Así, las voces profesionales en la materia, como la de Pablo Arrieta, el experto fiscal de cabecera para varios periodistas de esta casa, llevan años proponiendo la adopción de una fiscalidad 4.0 propia del Siglo XXI. ¿Cómo? Pues regulando esos agujeros negros en política tributaria que son, entre otros, el comercio electrónico, la publicidad por internet o el uso de datos. El problema no es tanto a qué meterle el diente sino por dónde: dónde localizar el gravamen, qué administración debe ser la que cobre el impuesto.
Fíjense en Twitter. La división española de esta red social sólo ha pagado al fisco nacional algo más de medio millón euros en concepto de Impuesto de Sociedades desde su creación hace seis años, y la plataforma de alquiler Airbnb no ha llegado ni a esa cuantía en siete años. En ambos casos se trata de gigantes que gracias a ciertas estrategias de ingeniería fiscal abonan una factura impositiva similar a la de las medianas empresas. De ahí la 'tasa Google' que muchos países, incluido el nuestro, quieren aplicar, pero que sólo prosperará, todos a una, si se alcanza un acuerdo internacional que comprometa al mundo entero. Porque, la verdad, yo no veo a España retando quijotescamente a Estados Unidos (muchos colosos digitales son norteamericanos). Es lo único que faltaba para terminar de encolerizar a Trump y que nos muela a palos con más aranceles.
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