Con la ratificación por el pleno de la Asamblea Nacional Popular china de la permanencia del actual presidente, Xi Jinping, a la cabeza del Estado por un tercer mandato, el líder máximo del país asiático consolida su poder en un momento de creciente tensión internacional ... y rivalidad frente a EE UU. El pragmático y ambicioso Jinping ha conseguido reunir en su persona los tres grandes poderes para controlar, sin contrapeso alguno, el Estado, el partido (PCCH) y el Ejército. Esta situación, inédita desde la desaparición de Mao, supone una vuelta de tuerca en el régimen totalitario chino y el arrumbamiento definitivo de cualquier tipo de reformas dirigidas a colegiar el poder como defendió en su época Den Xiaoping. El liderazgo incontestado y la concentración de poder coinciden con una coyuntura de presión sobre Taiwán frente a la potencia estadounidense, lo que incrementa los riesgos de confrontación global. Las denuncias de detenciones arbitrarias y la represión de la oposición política auguran también un empeoramiento de los derechos humanos y civiles mientras la economía se enfrenta al reto de recuperar su peso global después de tres años de aislamiento por la estrategia de covid-cero.
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