¡ME HA TOCADO, QUÉ CRUZ!

Situada después de 'Entre tinieblas' y antes de 'Matador', el cineasta manchego, que ya se ha ganado una cierta reputación rompedora en el panorama del cine español, propone un áspero y exaltado drama sobre las penurias laborales y las insatisfacciones familiares de una mujer coraje, Gloria, encarnada por Carmen Maura.

Atrás quedan sus tebeos exóticos y disparatados. Ahora encauza su estilo y forma hacia las grisuras del melodrama rasposo y se fija en el paupérrimo entorno del proletariado más amargado y desesperanzado.

Gloria es una ama de casa que friega suelos, que vive en una barriada del extraradio, habita un modesto apartamento integrado en una colmena de luchadores por la vida y pelea con las rutinas domésticas, encabezadas por un rudo marido (Luis Hostalet), con huesos de jamón. Dos hijos, una madre (Chus Lampreave) y un lagarto componen un cuadro de realismo surrealista en el que se dejan entrever temas y componentes humanos sin tratar en filmes anteriores.

Un escenario descarnado en el que se cuecen pasiones desaforadas y ocasos infelices, con Gloria como cabeza de lanza, sumergida en el miserabilismo optimista y aliviada por el abuso de estupefacientes. Almodóvar comenzaba a mirar el mundo femenino de una manera veraz y sólida, mostrando un escalafón pleno de turbulencias y desafectos, donde el crimen es perfecto y sólo las ocasionales fugas de fotonovela (las peripecias de la prostituta Cristal) y subtramas marca de la casa hacen retomar la senda de las producciones de formación.