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Ya estamos pisando los territorios del 2023 y, a no dudar, va a ser un año de ruidos y estruendos propio de los tiempos de incertidumbre en los que vivimos. Presiento que la silenciosa ciudadanía aburrida del barullo va evolucionando en su estado de ánimo ... y en su sensibilidad colectiva. Hace tiempo que solo oímos hablar de crisis, siempre hay alguna amenazándonos y siempre son los mismos los que las padecen. Tras la pandemia, que todavía colea y en plena escalada de la guerra de Ucrania, la palabra crisis lo ocupa y lo condiciona todo. Solo hay una certeza: en momentos de dificultad unos se hacen muy ricos y la mayoría empobrece caminando por la inseguridad.

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