La teta y Asimov

Salvo por cuestiones médicas yo soy un gran entusiasta de las causas que le obligan a uno a desnudarse. Además los periodistas sucumbimos hechizados al impulso de contar una noticia con estriptis, y en todos los medios termina saliendo ese momento gimnástico del manifestante bajándose el pantalón o lanzando al aire el sujetador: las de Femen dando voces, un saltimbaqui que corretea desnudo en un partido del Manchester y grita por la paz mundial, Rita Maestre en la capilla de la Complutense o esas antitaurinas despechugadas y embadurnadas de rojo. Todos ellos me producen una simpatía inmediata y fervorosa que se extingue sin remedio en cuanto leo el pasquín que me han dejado en la mano.

Lo que también manifiesta el destete de Bandini es la falta de talento de ciertos artistas que, cuando quieren provocar al respetable, lo único que son capaces de hacer es desnudarse. Asimov dijo que la violencia es el último recurso del incompetente, y llevada esta idea a un escenario, quedarse en pelotas bajo los focos es el último recurso del artista insustancial. Pero ocurre que la artimaña funciona, hasta le han dado el premio Princesa de Asturias a Marina Abramovic, afamada creadora de perfomances mamarrachas que sufre la tentación irrefrenable de quedarse en cueros si le preguntas la hora y anda cerca algún fotógrafo.