¿Qué quieres ser de mayor? Les preguntaba a mis alumnas. Ellas respondían que querían irse a Madrid para ser famosas. Yo sigo aquí, en provincias, sin ir a Madrid y desaprovechando las últimas oportunidades que me regala la vida para ser popular. Tras la ... segunda dosis de la vacuna, me dio un trombo; tras la tercera, pillé la covid y ahora, que debería estar medio inmunizado, repito enfermedad. Podría haber sido un protomártir de los antivacunas y convertirme en un ídolo en sus redes sociales. Pero soy un defensor a ultranza de todas las vacunaciones y no pienso traicionar mis principios por un plato de popularidad.

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Ha vuelto la covid, me ha tocado con su gracia y me he comprado un termómetro de pistola: apunto a mi frente y me mide la temperatura al instante. Pero no me gusta. Prefiero aquellos termómetros de mercurio que te colocabas en la ingle o en la axila y podías manejarlos a tu antojo: los agitabas para que subieran a 38 y así no ibas al colegio. Estos de pistola no permiten hacer trampas y son muy aburridos.

A la edad de mis alumnas, yo no quería ser famoso ni vivir en Madrid, sino ser periodista. Por eso me subía yo solo la fiebre y pasaba una semana en la cama jugando a hacer programas de radio, escuchando emisoras y leyendo periódicos. Mis padres me cuidaban mucho y creo que aquellas convalecencias tramposas me formaron tanto como el colegio. Con esta covid leve que se extiende por España, sucede algo parecido: obliga a parar unos días y permite reflexionar, descansar, coger fuerzas y aclarar ideas. Todos, también los autónomos, deberíamos tener derecho a un resfriado anual para que nos mimen mientras jugamos a lo que hubiéramos querido ser de mayores.

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