Teoría y práctica

Lo mismo ocurre con el controvertido plato 'Origen' elaborado por Mugaritz: en teoría, es «un ejercicio interno para explorar los límites de la contradicción humana», según dicen en su cuenta de Twitter. En la práctica, reproduce un embrión de tres meses nadando en líquido amniótico. Da dolor de ojos verlo. De comértelo, ni hablamos. Vale que hay mujeres que se comen la placenta después de parir. Y vale que el plato no va a ser parte del menú del restaurante, que solo se ha mostrado en «pequeños encuentros que permitían generar un contexto de diálogo y reflexión» y que es fruto de la experimentación, de la creatividad, de romper barreras y tal, pero es cocina gore. También te digo que es leer que el embrión está hecho de pasta de achiote y habas con un caldo de jamón y entrarme la gazuza. En teoría vivo a dieta; en la práctica sería capaz de devorar a mi propio hijo. Como Saturno.

Pensábamos que, en pleno siglo XXI, no volveríamos a ver otra guerra en Europa. Ni tampoco una pandemia. Y que, tan listos y tan civilizados como creemos ser, a estas alturas ya habríamos solucionado el problema del calentamiento global, e incluso estaríamos en vías de disminuir las desigualdades sociales. Eso, en teoría. En la práctica, vivimos en un susto continuo. Pero ni los sustos me quitan el hambre.