En el lenguaje científico, una hipótesis es aquella teoría o suposición cuya demostración exige pruebas. En inglés 'prueba' se dice evidence, de ahí el «falso amigo» evidencia científica, porque lo evidente (la leche es blanca, el sol sale por levante) no necesita demostración. Pero lo ... hipotético sí, aunque hay quien proclama las más extravagantes teorías carentes de base científica como si fuesen dogmas irrebatibles.

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Tal es el caso de doña Sonia Vivas, ex policía municipal y ahora concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, quien sostiene que «los hombres con penes más pequeños suelen ser más beligerantes», ya que «suplen con violencia su carencia» porque «el mandato patriarcal valora mucho el tamaño de los genitales masculinos y asocia esa medida a la idea de potencia y fortaleza».

Como la señora concejala, que se autodefine «contestataria y contestona», no aporta ningún estudio científico que avale su sorprendente conclusión, habrá que suponerla fruto de la experimentación personal, que es el nivel más bajo de evidencia científica. En tal caso, cabe preguntarse: ¿en sus tiempos de poli tiraría de regla para tomarles medidas a los detenidos violentos, como material? Y como método, ¿qué promedio estadístico utilizaría, los 9 centímetros en reposo o los 13 en expectativa? Si lo segundo, ¿qué procedimiento utilizó para provocar la excitación en Palma?

Contrariamente a la hipótesis de la edil, en la antigua Grecia el pene chico simbolizaba una de las virtudes que constituían el ideal de la masculinidad: la moderación. Por ello, todas las estatuas de los dioses, héroes y atletas griegos desnudos exhiben un miembro pequeño tirando a diminuto. Naturalmente, la hipótesis griega posee el mismo fundamento científico que la de esta fanática activista de género: ninguno.

¿Se imaginan la que se armaría en este país si a un concejal de Vox exguardia civil se le ocurriese tuitear que las mujeres con vaginas menos profundas suelen ser más contestatarias? Lo lapidarían política y socialmente y acabaría o dimitido o estigmatizado de por vida. En cambio, un año después de publicar su ya olvidada ofensa hembrista a los varones afectados de micropene, la concejala mallorquina sigue en su cargo tan picha (femenino de pichi), como si nada. Lo cual demuestra que, en el acumulador de radicalismo ideológico, el polo de la izquierda es el positivo y el de la derecha el negativo. No es una hipótesis sino una evidencia.

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