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En lo relativo al teléfono y en aquellos años de chasca y chascazo, lo primero que nos enseñaron sobre este aparatejo en cuestión fue que en 1876 lo inventó un escocés que se llamaba Graham Bell. ¿Y saben qué pasó? Pues pasó que algunos años ... más tarde, y cuando ya nos teníamos aprendida la lección del invento ese, vienen y nos cuentan que de eso nada monada, que el jeta del tal señor Bell lo único que hizo fue patentarlo, ya que el inventor inventor, lo que se dice inventor, fue el italiano Antonio Meucci, quien en 1854 ideó el aparatito pero no pudo patentarlo por falta de pasta para pagar la licencia.
Hace muchos años que empecé a usar el teléfono; teléfonos de diferentes tipos, formas y disposición. De los adosados a la pared, de los de mesa, de los tipo góndola... Aparatos sencillitos, siempre con un sistema de marcación, un altavoz, un auricular... y oigan, créanme, no hacía falta más.
Las frivolidades empezaron con aquellos primeros teléfonos portátiles, aquellos que eran como una caja de zapatos a la que en uno de sus lados se le había añadido un auricular y que, por el peso, había que llevar su batería en bandolera.
Pero como hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad pues también se fueron arrinconando los armatostes aquellos y así, sin casi darnos cuenta, comenzaron a llegar los móviles pequeños, ridículamente pequeños. Con tapa deslizante, sin tapa, con tapa de librillo... ¿Se acuerdan?
Eran otros tiempos. Tiempos de apagados o de fuera de cobertura. Tiempos de malas señales.
Pepe, que te ..amo ..ara de..irte que la ..unión desta .arde se ha ..morado a las ...y media.
¿Qué me amas para irme?
¡Qué locura!, ¿Se acuerdan? Luego la cosa empezó a ponerse más y más complicada y comenzaron a aparecer los fon, y los trisfón y los patafon y los teléfonos ya no solo sirvieron para hablar con tu prima Pili la de Lérida, es que además ahora se han vuelto indispensables en nuestras vidas porque hoy ya disponen de internet y de WhatsApp y de cámara de fotos y de video y de Google y correo electrónico con cinco direcciones diferentes y hasta un cuadradito, relleno como de patitas de mosca, que se llama código QR, que por lo que dicen es la evolución del código de barras y cuya utilización, ¡fíjense, quién lo diría!, lo primero que ha hecho es eliminar, por esas cosas de la higiene, la pandemia y el contagio, la carta del menú de los restaurantes.
Resumiendo, que si quieres saber lo que el menú te ofrece y, como es mi caso, no sabes manejarte con el teléfono móvil, o pides que te lo traduzcan al castellano o ya pueden ir preparando en los restaurantes una especie de aquellos romances de cordel, para que alguien le vaya cantando al comensal el contenido del menú.
Y es que con tantos adelantos no pueden imaginarse ustedes todo lo que nos vamos a ir atrasando. Así, a lo bobo, a lo bobo. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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