Secciones
Servicios
Destacamos
Lo evidente va poniéndose de relevancia: el big data ha pasado de ser algo seductor de lo que enamorarse a plantear la necesidad de una nueva ética tecnológica, elaborada democráticamente y aplicada por el sistema público, que limite su alcance si queremos evitar que nuestros ... datos personales pasen de mano en mano convirtiéndose en algo negociable para terceros, sin contar con nosotros.
Una alerta importante sobre la trascendencia del entorno digital que nos envuelve estalló con el caso Snowden o el de Cambridge Analytica, poniendo a la luz la dimensión de lo que se maneja mediante una tecnología virtual a gran escala en sistemas de vigilancia y seguridad nacional o internacional, repletos de informaciones. Además, al usar individualmente, día a día, la útil tecnología digital, estamos dejando una huella de informaciones personales que permiten, casi inmediatamente, bombardearnos con productos, informaciones y ofertas ajustados al perfil que, calladamente, se confecciona sobre nuestra esfera íntima. Poco a poco se nos reduce a un paquete de datos controlables y negociables en manos de corporaciones desconocidas, o conocidas como Google y Facebook, repletas de ellos.
Las evidencias de este control abundan. Esta semana pasada el INE, de la mano de tres grandes compañías de telefonía móvil -Movistar, Orange y Vodafone- que han percibido medio millón de euros por la operación, ha conseguido los datos de movilidad de millones de ciudadanos mediante la ubicación extraída sin consentimiento de sus teléfonos móviles, de lo que solo algún usuario ha podido evadirse controlando los dispositivos operados por Orange y Vodafone. En Estados Unidos se investiga el uso, sin consentimiento previo, de los datos sanitarios de decenas de millones de ciudadanos. En China hay un control de hábitos sociales mediante la información recabada digitalmente, repercutiendo en un carnet de puntos válido para aspirar a trabajo, alquiler, uso de transporte público o de servicios sanitarios, etc.
En suma, la utilización masiva del big data es un negocio para algunos que nos deja desprotegidos frente a corporaciones tecnológicas, económicas y políticas que cada vez saben más sobre nosotros. Es el poder económico y geopolítico de la tecnología virtual que abre un escenario ilimitado frente a lo individual en manos de ese gran ojo orwelliano que parecía irreal pero que ejerce un control social y comercia con nuestra intimidad salvo si, con excentricidad, nos negamos a usarla. Una dictadura virtual que reabre el dilema entre tecnología y ética, extensivo en general, al campo de la divulgación, veracidad, o pretendida toma de posiciones egoístas en ámbitos como la genética, la política, la privacidad o el talento.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.