TAPONES DE CORCHO

Pero tal cierre depende de la elasticidad del corcho. Si es muy elástico pero blando, no cierra bien, y si es corcho duro, coriáceo, tampoco cierra bien.

La elasticidad depende del tamaño de la célula del corcho. Si la célula es grande, el tapón tiene muy baja densidad y cierra mal. Si la célula es vieja, pequeña y endurecida, la densidad es alta y cierra mal. Las densidades oscilan de 0,12 a 0,16. Como los formatos suministrados son de 44 y 49 mm., y 24 mm. de diámetro, supera cilindros de 20 y de 22 centímetros cúbicos. Por ello, disponemos de una balanza digital (son económicas) que afina hasta décima de gramo.

El control de calidad es muy simple. Llega la 'saca' con los tapones. Abrimos y tomamos 10 unidades para el control. Pesamos uno a uno y anotamos. Si son tapones de 44 mm. de longitud, deben pesar cada uno entre 2,4 y 3,2 gramos. Si pesan más o menos cerrarán mal. Si se trata de tapones de 49 mm. de longitud serán buenos si pesan entre 2,6 y 3,6 gramos. Por debajo y por encima serán malos para vinos de crianza.

Cuando sacamos 10 tapones de la 'saca', podemos ya acercar a la nariz y oler. Si tienen TCA ya mostrarán ese olor. En caso de que algún tapón huela a TCA, se debe cortar y oler el corte, que lógicamente mostrará más olor a TCA. El TCA es el tricloroanisol que supone el nefasto olor a corcho en algunos vinos. El enólogo o el cosechero deben decir al corchero, al encargar los tapones, que van a hacer control de densidad y de olor a TCA.

A pesar de algunos inconvenientes de los tapones de corcho, por imagen y ecología, debemos seguir con su uso controlando sus calidades. Debemos anteponer los polímeros naturales (corcho, vidrio) contra los artificiales (plásticos).