Acaba de celebrarse en la playa Omaha el ochenta aniversario del histórico desembarco de Normandía aquel 6 de junio de 1944, crucial para Occidente y para la derrota del nazismo en Europa. Doscientos veteranos repitieron «Hicimos lo que teníamos que hacer» bajo el eslogan «lo ... hicimos por ti». Hoy, ochenta años después, aquella lucha a muerte por los valores democráticos, la libertad y derechos humanos parece ciencia ficción en una época histórica de tiempos revueltos en la que, de nuevo, la emocionalidad, la intolerancia y la división quieren imperar. Preguntémonos qué queda de aquella lucha titánica que costó tantas vidas.
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Si miramos hacia Estados Unidos, atenaza el temor de qué ocurrirá en los comicios del 5 de noviembre entre el veterano candidato Biden y el pertinaz pero controvertido oponente Trump, ávido de volver a ostentar el poder que un día ejerció con formas discutidas. Doce jueces, unánimemente, le declararon culpable el 30 de mayo de 34 graves delitos fiscales (dejando otros en la oscuridad), entre los que figura el haber intentado anular el veredicto de las urnas de 2020 que le proclamaron perdedor, o haber retenido información clasificada tras su mandato. El veredicto, al menos, ha servido para diseccionar, a la vista de todos, el comportamiento de un hombre que hizo del desprecio por el Estado de Derecho una forma de vida. A pesar de esta evidente falta de idoneidad para liderar una nación, Trump manipula el veredicto presentándose como mártir de un complot político. La sentencia final está en manos de los electores norteamericanos el 5 de noviembre.
Al tiempo que escribo estas letras, la Europa que hemos construido y cuyo papel de gobernanza ha quedado patente en situaciones como la de la reciente pandemia, está en juego con unas elecciones en las que muchos prefieren no manifestarse entre la desinformación o la dejadez, dejando el campo abonado para aquellos que codician estar al frente de una Unión Europea sitiada por potencias como Rusia, China, India, o la inestabilidad en el Sahel y Próximo Oriente, en un mundo en transformación. Una Europa que precisa unión para ser defendida como crisol de paz, crecimiento y progreso de quienes han construido el Viejo Continente con civilizaciones determinantes de nuestra cultura, capaz de convivir en la libertad, derechos humanos y respeto, buscando el equilibrio a pesar de las dificultades. Esperemos que las urnas haya sido más realistas que las que votaron el Brexit.
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