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En plena entrada a la Navidad hemos conocido la pérdida de uno de los hombres que más ha trabajado y defendido la cultura de la ... paz. Federico Mayor Zaragoza fallecía la pasada semana a los 90 años; una gran pérdida para nuestro convulsionado mundo del siglo XXI, en el que tan presente está la cultura de la guerra.
Tuve la ocasión de conocerlo personalmente en abril de 2018, cuando fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Rioja. Entonces tuve el privilegio de pronunciar su Laudatio en la ceremonia de investidura y pude conocerle como persona. Me impresionó por su brillante trayectoria científica, académica, humanista y política de proyección internacional en pro de la cultura ética, equitativa y para la humanidad; pero sobre todo, un hombre honesto, afable, con gran capacidad de trabajo e incansable voluntad, que representó a la sociedad democrática de los siglos XX y XXI: científica, plural, humanista, de respeto y tolerancia, ética y responsable con las nuevas generaciones.
Como científico y académico conjugó ética e investigación. Titulado en Farmacia, fue rector de la Universidad de Granada y ministro de Educación, destacando por su decidido compromiso social y vinculación con la Educación como instrumento básico para el desarrollo y prevención del bienestar, desde una perspectiva globalizadora e internacional. Puso en marcha el Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad Infantil, germen de las actuales políticas sanitario-educativas, introduciendo la prueba preventiva del talón a los recién nacidos. Como gestor y político dirigió la Unesco promoviendo el empleo de la ciencia y la educación (destacando el papel de la mujer en esta) como motores de cambio para la paz, derechos humanos y la convivencia ética entre culturas y pueblos, imprescindibles ante los flujos migratorios y políticas cada vez más egoístas. Como intelectual fue un comprometido poeta y ensayista posicionado críticamente con la realidad socio-política, difundiendo una cultura basada en la paz.
En suma, un hombre con una mente privilegiada, esforzado, científico, político y humanista que abanderó decididamente la cultura y la educación, defendiendo el don de la libertad, dignidad y derechos humanos. Especialmente, quisiera destacar su legado humano y modelo de persona ética, honesta, de mente abierta, conciliadora, comprometido a propulsar el cambio hacia el progreso.
Hasta siempre, doctor Federico Mayor Zaragoza, ojalá se haga realidad una de sus últimas declaraciones: «Este podría ser un gran momento para el cambio mundial hacia la cultura de la paz».
Feliz Navidad.
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