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Qué poco le ha faltado a Donald Trump tras los escasos dos meses de regreso al poder, para dejar más perplejo de lo esperado al ... mundo del progreso del siglo XXI. No hay día sin nuevas medidas a la altura de la ley de las «consecuencias imprevistas» de Merton, tanto en política internacional, salud, economía, o medio ambiente.
Ahora dirige medidas para sabotear la ciencia que no considera políticamente correcta, en una deriva que podría conducir hacia una era de la ignorancia. Ya dio muestras de poco respeto científico en la pandemia del covid con nefastas consecuencias. Ahora va más allá activando medidas de sabotaje, control legislativo o injerencia institucional contra la ciencia: despidos de investigadores, fin o recortes de financiación de proyectos y agencias científicas en salud y otras disciplinas, veto de contenidos relacionados con el medio ambiente, salud, género, raza, polución, injusticia o inaccesibilidad a datos científicos. Es como un edicto neroniano que olvida que la ciencia salvó a la humanidad en la reciente pandemia, centrando el punto de mira en los negocios que lideran algunos de su equipo dirigidos a una población cada vez menos formada y libre pensadora, como en la obra de Orwell, con falta de información verídica, negación de la verdad e historia, controlada y manipulada por la opinión volcada en redes sociales e instrumentos «inteligentes» a los que es adicta.
Estas medidas suponen un retraso de las libertades académicas sin precedentes en una sociedad democrática, en una acción que sume al mundo en una era preocupante. Según una universidad alemana, el 45,5% de la población mundial vive en un entorno carente de libertad académica, encabezando la lista China, Rusia e India y, con decidida carrera Estados Unidos. No es el mundo que queremos legar a las nuevas generaciones; es un mundo oscurantista en una era de la ignorancia sobre los verdaderos retos de la humanidad.
Un momento crítico que muestra la fragilidad de la ciencia y generación del conocimiento, frente al que científicos norteamericanos alzan la voz buscando refugio fuera de su país, apoyados por manifestaciones mundiales en pro de la verdad y el progreso científico como bien común, como la declaración ALLEA suscrita por más de 60 Academias científicas como la Academia Española de Psicología. La libertad científica es un pilar fundamental de la sociedad democrática, el libre pensamiento y el progreso, sin ella Europa podría entrar en una era oscurantista como Irán, Afganistán y otros...
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