Sumas en la derecha
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Ante la negativa de Ciudadanos a unas listas conjuntas, el PP necesita recuperar la hegemonía del electorado conservadorPablo Casado ha asumido que solo una alianza que aglutine en una lista conjunta a los partidos del centro y la derecha le permitirá albergar esperanzas reales de acceder a La Moncloa. La apuesta por esa fórmula, ejemplificada en el registro de la marca España ... Suma, pretende compensar la debilidad del PP y combatir los letales efectos en el reparto de escaños de la fragmentación del voto en ese espacio político. Los reiterados portazos de Ciudadanos a extender a todo el país una vía ya ensayada en Navarra la condena por ahora al fracaso. Es comprensible que el PP sienta nostalgia de los tiempos en los que cobijaba bajo sus siglas a todo el electorado a la derecha del PSOE, desde el más templado al más conservador, y aspire a reeditar una situación tan favorable para sus intereses. Sus acuerdos con Ciudadanos para gobernar en comunidades y ayuntamientos juegan a favor de esa opción. Pero la experiencia enseña que las sumas en política ofrecen resultados más inciertos que los de una operación matemática, hasta el extremo de que a veces restan. Un riesgo más elevado si en la ecuación entraran los radicales de Vox, como ha planteado el PP contra el criterio de algunos barones. La atomización del electorado es fruto de un cúmulo de errores que socavaron el bipartidismo y dieron alas a nuevos actores que supieron conectar con las inquietudes de la sociedad y defienden ahora legítimamente proyectos diferenciados. Los apóstoles de la reunificación del centro-derecha, con Aznar a la cabeza, no pueden ignorar que millones de votantes huyeron del PP por la corrupción, la falta de sensibilidad social al gestionar la crisis y una manifiesta desatención al pulso de la ciudadanía. Los 11 millones que llegó a sumar se los reparte ahora con otras dos formaciones con las que reúne tantos apoyos como el PSOE y Podemos juntos, pero menos escaños por la división del voto. La alianza planteada por Casado choca con la ambición de Albert Rivera de liderar el centro-derecha y es menos probable cuanto más cerca se vea Ciudadanos de ese objetivo. Lo más práctico para el PP sería volcarse en reunificar parcialmente el electorado conservador en torno a sus siglas con un discurso que le permita atraer a una parte de esos fugados para convertirse de nuevo en lo que fue: la referencia hegemónica de ese espacio político, capaz de disputarle el liderazgo al PSOE, lo que reduciría la factura de la fragmentación. Para alcanzar esa meta, Casado no debería olvidar que al PP siempre le ha ido mejor cuando ha exhibido su cara más moderada que cuando se ha dejado llevar por la radicalidad.
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