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La iniciativa liderada por Yolanda Díaz para articular una alternativa a la izquierda del PSOE que trascienda la experiencia de Unidas Podemos generó expectativas que empiezan a evaluarse a medida que Sumar se va haciendo realidad. La presentación de 35 expertos que se encargarían de ... coordinar la elaboración de un programa transformador para diez años ofreció el pasado viernes un primer avance de intenciones. Pero tanto las recurrentes desavenencias entre Díaz y Podemos como la dilación en la puesta en marcha del proyecto –que ya sitúa entre febrero y marzo próximos el momento en que la vicepresidenta segunda decida aspirar o no a la presidencia del gobierno– generan no poco escepticismo y desconciertan a la izquierda de la izquierda. Yolanda Díaz optó desde el principio por soslayar los comicios locales y autonómicos que tendrán lugar en mayo. Decisión que resulta muy difícil de explicar sin dar a entender que no le convienen y, por eso, no le interesan. Con lo que la credibilidad de su apuesta se resiente. Máxime si finalmente se postula para liderar un proyecto que se presume de cambio semanas antes de que miles de candidatos se presenten en sus localidades o comunidades a aportar lo mejor de sí mismos desde una disposición voluntariosa.
La sola imagen de Díaz pasando de puntillas por delante de los comicios de mayo –por ejemplo en Madrid, en Sevilla, en Zaragoza o en Castilla-La Mancha– puede resultar descorazonadora hasta para sus más entusiastas. Habida cuenta, por otra parte, de que esos comicios no atenuarán las tensiones que se viven entre los socios de Unidas Podemos y en relación a los de Más País, sino todo lo contrario. Idear la concurrencia a las generales que cerrarán el ciclo electoral a finales de 2023 como un ejercicio de superación de las pequeñas miserias que lastran a la izquierda de la izquierda, tras el revés temido en mayo, puede dar lugar a una suerte de providencialismo nada movilizador. La vicepresidenta segunda acierta al conformar un grupo amplio de trabajo que perfile un programa de alcance frente a la improvisación. Pero al mismo tiempo trata de distinguirse con dos o tres propuestas por semana que lanza desde su privilegiada posición institucional sin que se sepa a quién se encomienda para hacerlo. La vía entreabierta por Díaz está llena de contradicciones. Aunque su verdadero reto será afrontar las generales si hay serias dudas de que la reedición –corregida– de la actual coalición de gobierno dé para asegurar una 'mayoría de progreso' en las Cortes.
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